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lunes, 24 de septiembre de 2012

Timor (fin)


Cuando se acaba mi estancia en la escuela de Fuiloro me voy hacia otra escuela salesiana en Fatumaca, que está a unos 130 km, ya en dirección a Dili, aunque desviándonos hacia el sur a partir de Baucau. La impresión en esta escuela es mucho mejor que la que me llevo de donde he estado. Pero claro, por eso me han mandado a la peor y no a la mejor, que lo que funciona, mejor no tocarlo. El paisaje por el camino es muy verde y el clima algo más fresco al subir en altura yendo hacia las montañas. Los campos de arroz y los palmerales están por todas partes.
He venido a esta escuela para hablar con el padre Locatelli, un italiano que llegó aquí en 1964 y fundó este lugar cuando no había nada. Ahora ya tiene 73 años y permaneció aquí los 27 años de la invasión indonesia. Le pregunté por esa época y me contó alguna cosas interesantes como que cuando ya se llevaban 3 años desde la invasión de los indonesios, la gente que se había refugiado en las montañas empezó a bajar hacia donde estaban las autoridades indonesias ya que éstos les garantizaban que no habrían represalias. A partir de ese momento los ubicaban en campos de refugiados y los censaban, dándoles un carnet. Para ello debían dar su filiación religiosa y aunque sólo un 30% eran católicos, ya que los portugueses nunca se habían ocupado de la parte pobre de la población, por contraposición al islamismo de los indonesios, se declararon todos católicos. Así la iglesia católica convirtió en poco tiempo a ese 70% restante al catolicismo aunque la mayoría seguían manteniendo sus tradiciones animistas, practicando y realizando este tipo de ritos.
Baño en un suburbiode Dili

En este país existe un alucinógeno que es usado por parta de la población, sobre todo por las mujeres. Es una planta que, al igual que la coca, hay que mascar con cal para que surta su efecto. Tiene la capacidad de quitar el hambre y poner alegre a quien lo masca pero también, por el ácido que suelta, corroe los dientes y hace sangrar las encías, por lo que la gente que lo toma cuando te sonríe, no sabes si es por simpatía o porque están colocados, te enseñan su dentadura podrida y el efecto de la sangre es sobrecogedor ya que muchas veces les corre por la comisura de los labios que también se les colorean de rojo. La razón de que las mujeres sean las mayores consumidoras radica en que son las que más trabajan y al no tener muchas veces que comer, tienen que conformarse con este “quitahambres”.
Indonesia ocupó este país durante 27 años y durante este periodo sus gastos militares fueron muy elevados. Para ganarse la confianza y adhesión de la población, para que no se unieran a la guerrilla independentista, subvencionaban muchos de los productos y de los puestos de trabajo. Con todo ello se generó una cultura de cobrar por no hacer nada. Supongo que a muchos de los que hemos estado en países con situaciones similares como Nicaragua o Sudán nos suena esto y es desalentador ver como la historia se repite una y otra vez.
La riqueza más importante que en términos económicos tiene Timor es el petróleo que se encuentra en sus aguas territoriales. Actualmente lo está explotando conjuntamente con Australia, quien pone la tecnología y se reparten los beneficios al 50%. Una vez que Indonesia aceptó la independencia de Timor, tuvo que olvidar sus pretensiones por hacerse con el petróleo pero también ha podido ahorrarse todo el dinero que invertía en la guerra y las subvenciones. Además la capacidad productiva de Timor está bajo mínimos así que todo se importa. ¿Adivináis de donde? Pues sí, de Indonesia. Así que esto demuestra que haciendo el amor y no la guerra, se gana mucho más y no sólo dinero.
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En el viaje de regreso a Dili recogemos a Irene quien acaba de llegar a Timor y a quien me encontraré meses más tarde en Filipinas. Poco después me enteraré que su trabajo en Timor le ha durado menos que mi viaje por Asia. Por la noche, ya en la capital, toca salir de marcha y vamos a cenar a un restaurante vietnamita con un grupo de amigos. Después vamos a tomar algo al Castaway (que desde que estudio inglés sé que significa naufrago) donde la música está muy bien y esa noche tocan canciones de rock & roll. Allí también se nos unen Raquel, una joven cooperante de la AECID y su amiga japonesa. Nos vamos más tarde al Casa Minha, un lugar de esos a los que accedes por invitación y donde puedes bailar. Ha sido una corta inmersión en la noche de Dili, la que describen en el Lonely Planet como la vida nocturna de los expatriados y que contrasta con la realidad que he vivido en las 3 semanas de retiro casi monacal de Fuiloro mientras aquí me encuentro apoyado en la barra del bar, viendo los barcos fondeados con sus luces meciéndose en la oscuridad y los Toyotas relucientes con los símbolos de UN aparcados en las garitos de la playa.
El portugués cada vez me va sonando mas y me gusta a veces sus musicalidad y sus erres guturales. “Ficar” significa “quedar” y me recuerda al catalán aunque no signifique lo mismo y “apañar”, traducido por “coger”, me gusta más que agarrar y se podría utilizar en los países latinoamericanos donde coger tiene un doble significado. Pero mi palabra favorita es “souzinha” por su musicalidad.
Y desde que estoy en Dili empieza una nueva etapa. Me he pasado casi una semana escribiendo el informe final de día y yendo de fiestas de noche. Mientras durante el día trabajaba en el informe, plasmando toda la información que había ido recogiendo, por la tarde-noche salía con la panda. El sábado por la noche hubo botellón en casa de Rubén (navarro) y Susana (ecuatoriana), una pareja muy simpática. En el porche de su casa se reunió parte de la fauna de la AECID y de la cooperación española que en una buena parte está formada por latinoamericanos. Para terminar la noche nos fuimos a bailar al Punto de Encuentro, un bar de un portugués y una indonesia. Para redondear el fin de semana nos fuimos el domingo a la playa, al famoso K-41, un arrecife de coral que está a 41 km de Dili y cerca del “One Dollar Beach”, llamado así porque antes les cobraban a los turistas un dólar por bañarse ahí. Con la bajada de la marea, que no permitía seguir nadando, regresamos a Dili.
El fin de semana largo también lo he aprovechado para ver la forma de divertirse de los timorenses celebrando su fiesta de renovación de la independencia y los festejos oficiales con el primer ministro a dos pasos de mí. Además he disfrutado de las fiestas que a cada rato se dan aquí. La particularidad de Dili es que con sus 180.000 habitantes es una ciudad de provincias con unos 5.000 extranjeros, la mayoría portugueses o australianos, aunque hay representantes muchos otros países, y la mayoría con ganas de marcha. Son una colonia extranjera en una ciudad extraña donde no parece fácil conocer y relacionarse con la población local, así que lo más fácil es relacionarse con otros extranjeros. Así todos los días hay música y cerveza en el Castaway, a veces con actuaciones en directo, karaoke los miércoles en el Punto de Encuentro, fiestas en un bar muy chulo de la paya, desayunos de domingo en el Esplanada, una fiesta al mes (la más esperada) en las instalaciones de la GNR (Guardia Nacional Republicana), de Portugal, algo similar a la guardia civil española, donde un centenar de estos “Mazinger Z” te dejan bailar mientras ellos te enseñan sus músculos, a los que dedican muchas horas al día y parece que más de uno de los productos prohibidos en Europa. El éxito se debe a lo barato de las cervezas y lo esculturales de algunos cuerpos tanto masculinos como femeninos. Entre los GNR parece haber varios homosexuales aunque alguien me decía que en realidad son metrosexuales. La música es del gusto europeo y algunos se traen a sus novias indonesias (más guapas y menos mojigatas que las timorenses), las que a su vez traen a sus amigas para que también se saquen la lotería, aunque sea por una noche.
Los últimos días en Timor fui a Atauro y en el camino de ida vimos una ballena grande que cuando nos acercamos se sumergió ensenándonos la aleta de cola, señal de que se iba a las profundidades y a la vuelta nos cruzamos con una manada de ballenas piloto (calderones). Fueron dos días de nadar, de sumergirme y emborracharme de agua y soledad, sólo interrumpida la primera noche por la conversación con una pareja de Singapur. A la vuelta, acabé el informe y Luisa me llevo a la cooperativa de Café Timor y a una escuela de formación profesional que inició la cooperación portuguesa. Ambos lugares me reafirmaron en lo que había puesto en mi informe y mostraban que los cambios y las cosas bien hechas en Timor son posibles. El jueves por la noche, con la maleta ya casi cerrada fui a cenar con el grupo de gente que he conocido aquí y que tan entrañable me ha resultado en este corto tiempo.
Me entero meses más tarde que tomaron en cuenta mi informe a la hora de decidir el destino del nuevo proyecto, de lo cual obviamente me alegro. Mientras estaba aquí escribí mis impresiones sobre mi estancia en la escuela y quienes la dirigen pero como firmé un contrato con una cláusula de confidencialidad con la ONG que me contrató, ese documento queda como material clasificado hasta que INUTIL GS lo decida.
Mujeres limpiando arroz en Fatumaca
Ya en el aeropuerto, en los últimos días de mayo, después de 42 días en este país, me dejo un tiempo para mirar atrás, pensar lo rápido que puedo sentirme a gusto y en casa en cualquier sitio, tanto, que por momentos no me quisiera ir. ¡Qué diferentes son a veces los viajes!
Cuando oigo el bramar del avión, cierro los ojos y empiezo a pensar en mis próximos destinos, en esto y aquello y el aire acondicionado va enfriando los recuerdos. Que fácil ha sido engancharme de nuevo al trabajo, leer documentos, horas sentado frente al ordenador, horas pensando en que hacer y cómo hacerlo. Y qué difícil es no hacer nada. No me importaría volver a Timor a trabajar, pero creo que no volvería ni me apetecería volver a trabajar para y con los salesianos. Pero ahora me espera todo el sudeste asiático ……

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