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martes, 22 de agosto de 2023

Luwuk e islas Banggai (isla Peleng

 

Puerto de Leme Leme con las tripas de algunos barcos al descubierto

Sin tener ninguna información de adonde voy y como voy a ir, dejo mi pequeña maleta en el hotel de Luwuk y me voy caminando con una mochilita hasta el puerto. Allí tengo un diálogo de besugos para averiguar de donde, hacia donde y a que hora salen los barcos. La gente no habla inglés y lo que es peor, yo no hablo indonesio. Con el traductor DeepL del teléfono conseguimos medio entendernos y les doy las gracias por su paciencia y por aguantar todas mis preguntas. Al final me entero que hay dos puertos y que estoy en el equivocado. Me monto en una moto con motorista y me voy para allá.

Paisajes que me encuentro por el camino

Mi meta es ir a la isla Peleng, a Danau Paisu Pok, un sitio que todos nombran y que parece ser el destino turístico de esta isla. El viaje en barco tarda 3 horas y nada más llegar, una enfermera que iba echada cerca de mi (aquí no hay asientos sino literas con colchonetas) y que habla algo de inglés, me dice que la siga y me lleva a la única pensión (llamadas homestay) que hay en Leme Leme, que es como se llama este pueblo. En esta isla sólo hay luz de 6 de la tarde a 6 de la mañana. Pregunto para alquilar una moto y algo más tarde llega un señor que me trae su moto particular y me la alquila por 6 euros. Me doy una vuelta por el pueblo caminando y soy la atracción. Todo el mundo me llama míster, algo que sufriré también en Luwuk. No se de donde les viene esto, todos, sin excepción, te saludan, te dicen míster, y luego nada más, ya que no saben inglés. Alguno que sabe algo más, te pregunta de dónde eres y resulta más efectivo decir de Barcelona que de España, ya que es más conocido por el fútbol.

Todas las distancias se dan con el signo más o menos

Lo de la moto siempre es de las mejores experiencias en Indonesia. Me reconocen como extranjero ya que pedí un casco, algo que los hombres en esta isla no llevan, sólo las mujeres. La carretera es bastante estrecha, con paisajes exuberantes, palmerales sin fin, algunas plantas de cacao, yuca, plátanos y mucho bosque. Casi no hay tráfico así que me tengo que concentrar para conducir por la izquierda, lo que de vez en cuando se me olvida.


Llego a Danau Paisu Pok y la foto muestra porque es tan famoso. Para hacerle los honores me baño y como es agua dulce que viene de la montaña, me choca lo fría que está. Mi intención es seguir recorriendo con la moto hacia otras zonas, pero el día amenaza lluvia, así que voy regresando hacia Leme Leme, adonde llego justo antes que el cielo se descargue torrencialmente.

Como la predicción del tiempo amenaza lluvia también para el día siguiente decido regresar a Luwuk además de que la pensión es tan básica que duermo mal, algo raro en mí. He pasado aquí dos noches y me pregunto si ha valido la pena. El no hablar indonesio te limita muchísimo y te vuelve a la realidad de la ficción vivida en las islas Togean. Al día siguiente, por la mañana me monto en el barco y mientras espero que zarpe, veo no muy lejos una manda de delfines haciendo cabriolas en el aire y nadando en círculos.

Mi barco en Leme Leme esperando para zarpar

Una práctica habitual en Indonesia es utilizar dinamita para pescar por lo que hay lugares en que los corales están completamente destruidos. A todo ello hay que añadir que todo lo que sea residuo, orgánico o no, se tira al mar, lo cual se puede apreciar especialmente en los puertos. La ventaja de los lugares donde hay turismo es que ahí no se permite y además están utilizando estructuras que sumergen en el mar para fomentar que los corales se reproduzcan. Algo bueno tiene que tener el turismo.

Luwuk

Cuando regreso a Luwuk decido que ya es hora de volver a caminar ya que aquí, al ser una ciudad relativamente grande no pienso bañarme en el mar dado que está claro adónde va a parar toda la porquería. De mi hotel al centro hay 5 kilómetros, así que decido hacerlos andando.

Vista de Luwuk desde mi hotel

n esta ciudad, como en todas las ciudades de Indonesia que conozco, caminar y mirar es imposible, ya que puedes caerte por un agujero, tropezar con algo en el suelo, pisar un charco de agua putrefacta, tienes que subir y bajar continuamente de la acera en caso de que haya, sortear vehículos aparcados o puestos de vendedores ambulantes que te obligan a caminar por la carretera, todo ello como si fuera una carrera de obstáculos en el que eres el único competidor y el premio es llegar. La llamada de míster sigue estando a la orden del día, las motos te pitan para ofrecer llevarte y también los taxis. Y es que aquí nadie camina como pude comprobar en todo el recorrido en que sólo vi a un indonesio caminar y era para cruzar la calle de su tienda a lo que parecía su casa. Si no se ve, no se cree. Para cualquier cosa cogen la moto, aunque sea para hacer 50 metros. Además, la gasolina está muy barata, a unos 70 céntimos de euro.

En la ciudad no hay mucho que hacer y después de dar varias vueltas y hartarme de pitidos y místeres, me paro en el mercado donde me encuentro a dos motoristas jugando al ajedrez. Me quedo un rato viéndolos jugar y cuando me ofrecen echar una partida rehúso ya que juegan muy bien y me ganarían seguro. A pesar del calor ambos siguen llevando toda la parafernalia de guantes y pañuelo que normalmente llevan para que no les dé el sol y por eso tienen ese aspecto tan curioso.


Fumar es un deporte nacional y está permitido en todos los lugares, también en sitios cerrados como coches, barcos y restaurantes. No hay que olvidar que no hace tantos años en España también era así. La pregunta es cuánto tardarán en cambiar este tipo de hábitos, sobre todo los peores como la gran cantidad de plásticos que desechan y tiran a cualquier lugar, acabando en el mar. También el uso de insecticidas y herbicidas, que se escriben prácticamente igual que en español, parece que se hace sin excesivo control.


Una cosa que me gusta de los indonesios en general es que son gente buena, tranquila y me parecen en su mayoría muy honestos. Otra cosa es en sitios como en la hedonista y explotada Bali, donde el turismo masificado ha echado a perder a muchos de los lugareños. Esta sería la otra moneda del turismo, tal como lo tenemos en Canarias.

Indonesia es el cuarto país del mundo por población y el 14º por superficie, en las 6 mil islas habitadas. La esperanza de vida es de 67 años, por eso la jubilación, por lo que me contó una amiga a la que reencontré después de haberla conocido hace 11 años en Yakarta, es a los 58 años.

Puesto callejero de comida que surgen por doquier por la noche

Me voy con la sensación de que deberé volver, por un lado, con contactos para averiguar más sobre el cacao a lo que le he dedicado poco tiempo. Y por otro lado para seguir explorando tantas islas que me quedan por ver. ¡Pero tendré que aprender aunque sea un indonesio básico antes!


Selamat Datang: bienvenidos a Leme Leme

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