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viernes, 26 de mayo de 2023

Últimas etapas: Abidjan y Grand Bassam

 

Una tormenta se iba formando sobre el puerto de Abidjan

Como despedida, en el trayecto a Abidjan en bus, pinchamos una rueda. Tardaron 2 horas en cambiarla, bajo un calor infernal, pero al final lo consiguieron y pudimos seguir el viaje.

Al día siguiente aprovecho la mañana en que no tengo nada que hacer para ir en un barco público a una zona alejada de la laguna de Ebrié con el que luego también regreso. Soy de nuevo el único blanco. El barco se llena y vacía en las estaciones principales y me parece un estupendo modo de moverse huyendo de los enormes atascos de coches de esta inhumana ciudad. Como era de esperar, al principio del viaje llueve, pero luego escampa.

Una de las personas a entrevistar me llama diciéndome que cree que tiene Covid así que sólo me queda una entrevista para el día siguiente con un consultor experto en cacao. Después de la charla, agradable, pero en la que no aprendo nada nuevo, me voy a Grand Bassam, a disfrutar de esta pequeña ciudad y de su brisa marina en el par de días que me quedan hasta irme.

En Grand Bassam había visto la otra vez que hacían visitas guiadas en bicicleta para conocer la parte patrimonial del quartier France. Tengo la suerte de que el guía, Antoine, es un muy buen conocedor que explica todo con un detalle y una exactitud que da gusto, comparado con los demás guías que he tenido. Ya que sabe tanto aprovecho para preguntarle si sabe que marca es el licor N’dindin y me dice que ha oído hablar de ello, pero sólo sabe que es un licor que venía de fuera. Quedará pendiente averiguar más para otro viaje.

El guía Antoine y su módulo con las bicicletas

Me quedo de nuevo en el mismo hotel de la otra vez, Koral Beach, un sitio que me encanta pero que presenta un estado de deterioro tal que no creo que aguante 1 año más. Cuando lleguen las fuertes lluvias, que ya debieran estar aquí, me imagino que quedará anegado ya que con las brisas que han caído estos días ya ha sido bastante el nivel de agua que ha entrado por todas partes. Lo que mejor mantienen son las habitaciones, que es lo que todavía les da algo de ingresos y ahí por suerte no les entra agua, todavía. El guía me cuenta que esta fue una gran mansión de un comerciante que posteriormente vendió a una familia libanesa que lo convirtió en hotel y que era un lugar al que solía acudir el carismático cantante del famoso grupo marfileño Alpha Blondy. No me extraña. Para mi después de haberme recorrido la playa en todas direcciones este es el hotel más bonito y decadente que he encontrado de todos los de esta zona.

Resumen final

Culturas

Costa de Marfil es un crisol de culturas africanas, una zona tampón a la emigración hacia Europa, un lugar donde los inmigrantes de los países vecinos vienen a hacer dinero porque hay más oportunidades que en sus países. Me he encontrado a un camarero etíope en Grand Bassam, que no hablaba ni francés, un taxista de Benin en un Yango en Abidjan, un burkinabés en Duekué, otro beninés en Grand Bassam como director de la fábrica de chocolate, …... Cuando se lo comento a la chica medio marfileña-francesa con la que viajé a Man, me dice que en el país le tienen miedo a los benineses por los poderes que les da el vudú.

En este país, cuando uno se pone a escuchar conversaciones, en que utilizan y mezclan el francés con sus lenguas locales, uno oye muchas onomatopeyas, que les sirven para expresar diversos sentimientos, de reconocimiento, de admiración, de sorpresa, de afirmación y seguramente muchas más. Normalmente se utilizan las vocales, alargadas y que según la entonación pueden dar mayor o menor énfasis a lo que se dice. Esto me recuerda mucho a Togo, donde también hacían lo mismo, e incluso, si hacía falta, le metían una consonante en medio. Ejeeé´.

Cuadros en las calles de Grand Bassam

La religión

El antiguo presidente del país, Félix Houphouët-Boigny, decía que el 50% de los marfileños son católicos (él lo era), el otro 50% son musulmanes y el 100% son animistas (él también se consideraba animista). El último día de Ramadán, le pregunté al taxista que me llevaba a Grand Bassam si era católico o musulmán y después de dudar un rato me dijo que era evangélico. Otro porcentaje para incluir en la cuenta. Pero se me olvidó preguntarle si también era animista. También veo que han surgido muchas iglesias de esas gritonas. Estando en Yamusukro, me quedé anonadado por la energía de un gritón de no sé qué iglesia que se pasó horas dando voces que llegaban hasta mi hotel.

Salud

Mosquitos no hay, pero se les espera. Hasta la fecha sólo me ha picado alguno, muy pocos, pero de los pequeños, que te dejan marca y que pica pero que no transmiten la malaria. Como está empezando a llover empiezan a haber algunos más, pero como ya me voy espero escapar bien. Aparte de eso, no he tenido en absoluto ningún otro problema, lo que, en estos países, siempre es de agradecer.

Cerca de mi hotel está el que era el hospital para blancos de la época colonial. A pesar de ello, en una epidemia de fiebre amarilla que hubo a principios del siglo pasado, murieron 2/3 de la población blanca (450) y 7 marfileños, lo que ayudó a que los franceses decidieran cambiar la capital a otra zona menos insalubre.

Conducir

Cuando el bus sólo toca su potente claxon, todos se apartan. Los niños salen despavoridos y se meten entre las hierbas del borde de la carretera. Estos vehículos parecen tener licencia para atropellar. Aquí rige la ley del más fuerte, desde el camión más grande, hasta la moto más pequeña, arrinconan al peatón. Cuando viene un vehículo, aunque estés a mitad de la calle, te tienes que apartar ya que tiene preferencia absoluta y si no te apartas muy posiblemente te atropelle. Lo mismo ocurre en las aceras, donde suben con sus cochazos para aparcar y tú tienes que apartarte sí o sí. Esto es lo que más me ha costado de digerir en este país.

Paso de un puente de hierro en Tiassalé, donde la acera para los peatones es de 30 centímetros

Para no llegar sudado a los lugares tengo que aprender a caminar despacio como ellos, pero parece que soy incapaz de asimilar esto. En cuanto me doy cuenta vuelvo a ir a como una bala adelantando a todos los otros pobres que caminan. De todas formas, dejo esta reflexión para quienes vayan a venir: Si no quieres sudar como un cerdo, no camines deprisa, si no quieres sudar, no camines. Y es que me río yo de las olas de calor en España. Aquí, durante este algo más de un mes que he estado en este país, no creo que la temperatura haya bajado nunca de 30º (menos en la madrugada) y al mediodía llegaba a picos de 37-40º.

A pesar del calor, son capaces de ir impolutos con camisa blanca y corbata

Los taxis dominan la vida en las ciudades. Su precio suele ser el mismo en todo el país, 200 FCFA para un trayecto urbano (0,3 €), se comparte con otros 3 pasajeros, que se van subiendo y bajando a lo largo de la ruta. Son de un color diferente en cada ciudad, verdes en Daloa y en Duekué, azules en San Pedro, naranja en Soubré y amarillos, blancos y naranja, según las zonas, en Abidjan. En lugares más pequeños como Meagui o Tiassalé, hay triciclos que también pueden llevar 4 pasajeros.

Las colas en las carreteras son una constante. No obstante, aquí se aplica lo mismo que en tantas otras ciudades, como más coches, más carreteras, en un bucle sin fin, pero que desprecia a los que no tienen coche. Al fondo se ve el nuevo puente que están construyendo, una macro obra que dará acceso directo al estadio donde se celebrará en enero 2024 la Copa de África de Fútbol, el otro circo de los gobiernos.


Cada vez que veo una moto de la marca china Apsonic, de color negro, como la que tuve en Togo, me dan ganas de subirme y empezar a correr con ella. Aunque me vendría bien como medio de transporte, no creo que viajar en moto en este país ayude a alargar la esperanza de vida, ya de por si algo corta.

En todas las ciudades, hay una estación para los buses grandes que hacen largos recorridos y otras para las furgonetas pequeñas, las que yo llamo los vehículos de Mad Max porque parecen sacadas de esa película

Trabajo infantil

Un tema que está sobre la mesa cuando se habla de cacao es el trabajo infantil y además en sus peores formas. En el Congreso de cacao de Daloa los productores defendieron que se les acusa a todos por igual como si fueran delincuentes y ellos decían que llevan a sus hijos al campo para que aprendan el oficio. No he estado suficientemente en el campo para poder constatar esto o no, pero sí que, caminando por las calles de pueblos y ciudades, y esto lo he hecho sobradamente, si he visto muchos niños trabajando en talleres, en los mercados, vendiendo agua helada y comida en las paradas de buses, en las playas, así que, si hay un problema de trabajo infantil, es un problema por abordar desde el país y en todos los sectores, no sólo en el cacao al que se ha demonizado.

Burocracia

Hasta ahora no he encontrado a ningún responsable de nada que no estuviera en Abidjan, un sistema centralizado que absorbe a todos los dirigentes. El problema es que a veces quedas con alguien y cuando llegas no está porque se ha ido a Abidjan, lo que a todos los funcionarios les debe encantar porque da prestigio y además el viaje debe tener dietas. Lo malo es que luego no hay nadie que pueda darte una respuesta, ya que aquí no hay segundo de abordo, aquí el jefe es el número 1 y el que sigue es el número 10, ya que nadie quiere que su segundo le haga sombra.

Otra de las exageraciones del anterior presidente, el hotel Presidencial en Yamusukro

Las estructuras son muy estrictas y jerárquicas. Normalmente el que tiene poder lo hace notar y pega la bronca a diestro y siniestro, lo que a veces parece algo chocante porque no parece haber ningún motivo para ello.

Costa de Marfil

Es difícil de entender que la mayor parte de la gente de este país pueda vivir en unas condiciones que para nosotros serían inaceptables. No solamente en los pueblos, sino también en las ciudades, en sus barrios perimetrales, pero también en el centro.

Suburbio den Abidjan, una ciudad en constante crecimiento

En este sentido me ha defraudado Costa de Marfil ya que lo esperaba más desarrollado. El crecimiento desordenado en las ciudades, con sólo unas pocas carreteras asfaltadas que son las que normalmente atraviesan los pueblos y ciudades y el resto de tierra o si acaso, algunas estuvieron asfaltadas, luego se han deteriorado. La basura, sobre todo en forma de plásticos, está por doquier, hay multitud de moscas, mientras las aguas grises y no tan grises circulan en acequias abiertas donde las gallinas rebuscan algo de comida. Los pueblos y ciudades se asentaron cercanos a ríos que, al crecer la ciudad, se han convertido en vertederos sucios y malolientes, llenos de todo tipo de basura. Posiblemente los años de guerra al inicio de siglo haya acentuado esta situación.

Un riachuelo en la ciudad de Man donde se tiran todos los desperdicios y cuyas aguas alimentan un huerto urbano que abastece a la ciudad más al fondo


Encuentro en general a la gente más reservada que en Togo. Aunque no dejan de ser amables, en el sector servicios, suelen tratarte mal. También entre ellos, el que tiene poder, lo hace sentir a sus subordinados. ¿Es la herencia de lo colonial mezclado con sus costumbres?

Una rareza en los hoteles es que no tienen habitaciones con 2 camas, si acaso los muy grandes familiares, que son más caras. Además, la habitación sólo incluye un desayuno, aunque vayan dos personas, o sea que la segunda persona paga y el precio del desayuno puede ser de un 15% de la habitación.

Lo mejor de este país ha sido poder moverme de día y de noche sin tener nunca ningún problema ni haber sentido en ningún momento miedo. Cuánta diferencia con Ecuador del que leo en la prensa las continuas masacres que tienen lugar en muchos de los lugares donde estuve. Un país que va hacia el abismo.

Mercadillo en la autopista


El último día hablo con el etíope que trabaja de camarero en el hotel donde me quedo, de nombre impronunciable, Gashaw. Me cuenta que vino por amor, por una mujer de Costa de Marfil a la que conoció allá, en el hotel donde él trabajaba. Ella le dijo que aquí había muchas oportunidades de trabajo y que podrían vivir juntos. Así que reunió sus ahorros y se compró un billete de avión y pagó la visa de turista que le daba derecho a estar 2 semanas en el país. De eso hace ya 3 meses, o sea que ahora mismo está ilegal. Trabaja de camarero 12 horas al día, 7 días a la semana y para ir a la casa que comparte con su mujer, se gasta la mitad de su exiguo salario en taxis compartidos, ya que aquí no hay buses y la casa está lejos.

Dice que en Etiopía trabajaba menos horas y ganaba más ya que era encargado. Con su mujer se entiende en inglés y dice que ella lo habla tan mal o peor que él. En casa cuando hay malentendidos usan el traductor de Google para hablar a través de la aplicación. Como no puede aportar mucho para el alquiler, la luz y el agua en la casa, está mal con su mujer que se lo reprocha y está pensando en volverse a Etiopía. Para ello debe regularizar su situación, pagando una multa de 100 dólares por cada mes que sobrepase del tiempo que tenía de visa, además del coste del billete de avión.  Con lo que gana no puede ahorrar nada y cada mes la deuda se acumula. Un drama Inter africano.


Pintura mural que representa la marcha de las mujeres desde Abidjan hacia Grand Bassam para pedir la liberación de sus líderes, en época colonial





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