De cómo moverse en Nicaragua
Tratar
de moverse en Nicaragua es algo que se convierte en el punto central para cualquiera
que venga a este país, que influye en su día a día, en el trabajo, en la
puntualidad, en su vida. Al principio de llegar, en 2006, cuando viajaba en bus
después del trabajo e iba de Managua a Masaya había pequeños trancones y
tardaba casi una hora en llegar a mi destino, lo que me hizo acelerar la
búsqueda de una casa en Managua.
Ir
en bus tiene sus desventajas, sobre todo la incomodidad, aunque no hay
comparación con los años 80, en que se convertía en pura aventura. En aquella
época el parque de vehículos se iba deteriorando a ojos vista, había que ir
innovando, como en Cuba, ya que el boicot económico de los yanquis no permitía
importar repuestos. Además como el precio del pasaje era muy barato, al estar
subvencionado, los buses iban repletos y más de una vez me quedé en tierra ya
que no quería ser uno más de los que iban colgados de cualquier parte. La parte
buena que tiene ir en bus, además de ser un medio de transporte mucho más
ecológico y racional, es que puedes ver más de cerca a la población de este
país, que es la que suele o debería ser la receptora de nuestra ayuda. Desde tu
coche particular, muchas veces aunque los mires, no los ves.
Hay
buses de todas las marcas, tipos, tamaños y colores. De día te asustan con sus
bocinas y sus parachoques oxidados y amenazantes. Por la noche parecen una
mezcla de platillos volantes con fuegos artificiales y si encienden todos los
focos que llevan te pueden dejar ciego para un buen rato. Luego están los
busitos que van de una ciudad a otra, a los que llaman los interlocales, o
también más popularmente los “intermortales” ya que en caso de accidente no
sobreviven muchos, al ir a tope de capacidad de gente, a tope de velocidad y de
frenada, o sea a todo lo que dé. En éstos voy a la ida, de Masaya a Managua.
Suelo sentarme de espaldas al sentido de la marcha porque ya se sabe, ojos que
no ven, corazón que no siente.
A
la vuelta voy en los buses amarillos, los de “School” que se ven en las
películas americanas, que van parando a cada rato y tardan mucho más. Mucha
gente va durmiendo en el bus y no me extraña, ya que sólo el hecho de viajar en
estas condiciones es agotador.
En
algunos buses obligan a sentarse a tres personas en asientos destinados sólo a
dos. Si vas de pie tienes que ir algo agachado porque das con la cabeza en el
techo o bien no ves la carretera, con lo que nunca sabes muy bien dónde estás
(por lo menos yo) o cuando es el momento de bajarte.
Taxi lleno con pasajero en el portapaquetes |
Ahora
en el bus no hay tanto contacto físico como antes, cuando iban mucho más
llenos. Este medio sigue siendo un lugar interesante para observar a la gente y
oír sus conversaciones. Yo recomendaría que todos los cooperantes, por lo menos una vez (durante una semana) al
año fueran en bus a su trabajo, a su casa, a hacer sus mandados y así se
bajarían de su nube, o mejor dicho de su Toyota. Es increíble lo rápido que uno
se acostumbra a ir en coche y a pasar de los peatones. Además el cambio de
mentalidad es automático: cuando vas a pie te acuerdas de la madre de todos los
conductores, vas a 1000 rpm atravesando las calles y esquivando motos y
bicicletas. La adrenalina va a toda velocidad y tus dos ojos te parecen
insuficientes. Cuando luego agarras el coche ya te olvidaste de tu otra
personalidad como peatón y te conviertes en una persona soberbia, que conduce
con los cristales subidos para que no te molesten los niños que piden limosna o
los limpia cristales, naturalmente además con el aire acondicionado puesto.
Cuando ves a un peatón lo ignoras y además no le das paso, ni cuando hay un
paso de cebra y eso por 2 razones. La primera porque no te da la gana, porque
la calle es tuya y el que va en coche eres tú, no él. La segunda, porque en
caso de que pares, el no va a cruzar, ni cuando se lo indiques con la mano ya
que cree que le estás engañando para atropellarlo en cuanto se descuide y cruce
la calle. Además por añadidura no te ganarás el reino de los cielos con esta
acción, sino la mayor pitada que hayas oído nunca, además de insultos varios de
los demás conductores, por ir en contra de las reglas del grupo al que
perteneces. También es posible que provoques varios accidentes en cadena al
frenar inesperadamente para dejar pasar al peatón. Así que poco a poco te vas
haciendo al modo nica, o sea, cuando veas cruzar un peatón acelera un poco para
que no se duerma cruzando la calle, lo cual contribuye a mantener a este pueblo
despierto y en forma, y quizás no ganarán en una olimpiada pero en
supervivencia en la calle son los campeones.
Bus amarillo |
En
las autovías de 2 carriles, normalmente muchos de los coches conducen por la
izquierda. Esto es así porque el peligro siempre viene de la derecha, en el
amplio sentido de la palabra. En el medio hay un pequeño jardín de separación
de los carriles que van en sentido contrario y por la derecha, en el arcén, es
por donde puede aparecer un perro, un peatón (bolo o no), una vaca, un coche
sin luces si es de noche, una bici zigzagueante, y por eso los coches aunque
vayan a 40 km/h ,
van por la izquierda. Si quieres adelantarlos tienes que hacerlo por la
derecha, exponiéndote a todos los peligros antes apuntados. Así que cuando voy
en vehículo de Managua a Masaya, que son exactamente 27 km, más o menos, me la
paso haciendo zigzag, ya que algunos coches, aunque parezca mentira, también
van por la derecha. Voy adelantando por aquí y por allá con las antenas súper
puestas, ya que cualquier vehículo puede hacer cualquier maniobra en cualquier
momento. Esto obviamente también te obliga a estar siempre bien despierto, en
fin, el concepto de “chispa” que ya conocemos.
Luego
hay enormes trancones, porque de todos es sabido que como más carreteras se
construyan, más vehículos salen a la calle. Además el nivel de vida del país está
subiendo y eso fomenta la compra de vehículos. También están todos los coches
de los organismos de cooperación, de los organismos internacionales, de los
ministerios (que a su vez a veces se compran con fondos de cooperación), de los
ministros, de los diputados.....
El
nicaragüense no tiene una gran educación vial, sino que es muy intuitivo y se
mueve por su instinto. Además cuando te pide paso busca siempre el contacto
visual. Cuando un conductor quiere incorporarse a tu carril desde una calle
perpendicular, si no lo miras, puedes hacer como que no lo has visto, aunque
sea un camión enorme, pintado de rojo y tocando la bocina. En ese momento
en que el conductor consigue que lo mires, ya estás perdido y tienes que darle
paso, es como un código no escrito, es más bien mirado.
En
las carreteras que están en mal estado, con enormes baches, para saber quién es
el conductor hay una regla: si no capea los baches es extranjero. Si encima va
a toda velocidad, el carro no es suyo, más bien de una ONG.
En
ese caos circulatorio que es Managua, a pesar de todo, hay un orden en el
desorden, o sea, que uno se va acomodando al tráfico, o como dicen, aquí se
navega, no se conduce. Los baches te hacen hacer el efecto ola, los taxis que
se paran de repente te provocan el efecto volantazo, al igual que cuando
intentas evitar con tu barca una ola de frente, el juego que tiene el volante
después de haber pasado innumerables baches hace que tu vehículo dé ciertos
bandazos como en el mar, cuando es bajada dejas el cambio libre, como si fueras
cabalgando a favor del viento en una ola inmensa....
Foto que no tiene nada que ver pero que me gusta
Para leer y ver más sobre Nicaragua:
https://drive.google.com/file/d/0B-fAizR2Kbe4eWM4RUJDQ2tiQTQ/view?usp=sharing
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